'Lo que más me gustaba de ella era lo normal que parecía.
Y lo diferente que era en realidad.'
 
  
Abrí los ojos y hacía sueño. Me giré y ella no estaba.
Olía a casa por la mañana, a café y naranjas recién exprimidas, a pan tostado a aceite de oliva y tomate rayado, un ligero toque a limpio y algo de ambientador de limón.
Entonces se abrieron las persianas y la luz del sol bañó la habitación. Adiviné su figura a contraluz.
Se acercó a la cama y me susurró un 'buenos días, dormilón', mientras me mordía el labio inferior.
¿Sabéis? Adoro ese olor a hogar de por la mañana, pero prefiero olerla a ella.
Su olor me da hambre. Huele a niña pequeña, a dulce introducción al caos, a mañana de verano, a inocencia en estado puro, a la primera sonrisa del día y a la última, a gracia natural e improvisada, huele a valor y a ganas de volar, a esas terrazas en primera línea de playa, huele a los mejores momentos de mi vida.
¿Qué esas cosas no huelen? Lo sé, pero cada vez que respiro su fragancia se me vienen todas esas sensaciones a la cabeza, así que supongo que ella huele a todo eso.
Ella huele a ganas de vivir la vida.
 


3 comentarios:

  1. Ojalá algún día sea capaz de confesarte que me muero por despertarme así.

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  2. Es un placer leer lo que escribes. En cada frase, en cada palabra, se ve lo que describes, se puede tocar y hasta se puede oler...
    Muy bonito, no dejes de escribir...

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  3. sabes que cuando te leo veo a Pedro Sorela? :)

    Natii

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