'Quizá no debería obligarme a no querer sentirte.'
Los cristales de mi habitación están empañados, no sabes
cómo me duele asumir que es por el temporal que hay fuera y no por la tormenta
que deberíamos estar haciendo aquí dentro.
Me rebañaste el alma con las migajas de lo que nunca nos has
dejado ser y no sabes cómo tortura aceptarlo. Aceptar que tengo sequía en mi
interior por no haber sido contigo nunca.
La columna vertebral de mi Madrid se está calando hasta los
huesos y yo aquí, postrada en mi cama escribiéndote cartas de amor que jamás me
atreveré a volver a leer, por miedo a lo que puedo estar escribiendo sin pensar
en qué escribir.
Nunca te conté por qué desde que te conocí el otoño es mi
estación favorita. Me gusta pisar las hojas. Suenan ha roto. Como nuestra
historia.
Me cansé de digerir amaneceres mientras tú engullías
atardeceres, me cansé de querer enfriarme y que acabaras por derretirme, me
cansé de que enamorases con la guitarra y que mi corazón latiera por bulerías,
me cansé de ver tu piel como un folio en blanco y a la hora de escribirte
quedarme sin palabras. Me cansé de no ser, de no ser contigo, de no ser juntos.
Tú echas de menos echarme de menos, mientras tanto, yo echo
de más echarte de más. Sumémonos y restémonos de una vez. De cero siempre se
empieza mejor.
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