Cuánto hablan los puntos suspensivos. Siempre tan callados. 


Volvía de aquella fiesta. Barrio recóndito de Madrid. Era tarde. Demasiado, quizá. No sabía si eran los efectos del alcohol. No, no podía ser eso. '¿Porqué motivo a penas hay luz en esta calle?' Alguien la observaba. Estaba segura. Era una sensación extraña, como escuchar a una serpiente sesear a dos centímetros de tu oído. Espeluznante. 'No se te ocurra volver a casa sola'. '¿Porqué no le haría caso?' Aprieta el ritmo. Sus pasos ahora son zancadas. Le siente cerca, cada vez más. Comienza a correr. De nada sirve.  Su respiración, se acelera. Su respiración, la que oxigenaría sus últimos latidos. Corre, piensa algo que merezca la pena.
Y pensó que su última primavera le había sabido a invierno. 

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