'Su sonrisa bailaba al son de la risa de su amigo.'
¿Me permites escribir lo que quiera? ¿Me dejas ser sincera de verdad? ¿Me
concede el honor de no reprimir mis letras por miedo a que suene todo demasiado
típico?
Ven, tranquilízate. Como dice la letra de
esa canción 'nunca he sido un libro abierto, pero explico buenos
cuentos'.
No sé cómo llegaste, apareciste un día
cualquiera de una mañana cualquiera y sin previo aviso decidiste marcar mi vida
para siempre. Pasamos horas sumergidos en un manual de algo que no quiero
recordar que solamente nos sirvió para darnos cuenta de que como pasemos el
tiempo es lo de menos, mientras tu mano roce la mía sin permiso y trate de
pasar desapercibida. Mis ganas comenzaron a ganar las batallas a tus miradas,
ya que día tras día eras un poco más incapaz de refrenarte entre minuto y minuto
para dedicarles un par de segundos a mis ojos. Me hablaste de mí, me contaste
que sobrepasaba el límite de sonrisas por milésima de segundo, que era como una
mezcla letal de ganas de comerme el mundo con ganas de comerte a besos, que
cada vez que veías mis pecas esconderse tras mis rizos únicamente pasaba por tu
cabeza la idea de que el resto del mundo no era nada en comparación con el sube
y baja de mis pestañas. Te hablé de ti, te conté que adoraba tu decisión y tus
pasos firmes, tus ganas de cambiar lo que no te gustaba y de defender lo que
creías correcto, te dije que bailabas entre mis entrañas al mismo son que mis
dedos te escribían lo que significabas para ellos, te susurre a base de
silencios que los días eran menos largos si los compartías conmigo. Pasamos de
nivel y comenzamos a vernos a escondidas, paseamos por Malasaña y recorrimos la
Gran Vía, nos empapamos de teatro y de partidos de fútbol, creí en la política
y tú en la poesía, descubriste que el mundo no era tan malo y yo que no era tan
bueno, rozamos los latidos de nuestro corazón y vimos en primera fila lo que
significa ser protagonistas de la película de nuestra vida. Pasaste de darme la
mano a morderme el labio inferior, de preguntarme las dudas más tontas a besar
cada rincón de mi cuerpo, de pintarme con un boli bic la mano a aprender a
dibujar corazones en mi espalda, de ser dos adolescentes con ganas de sentir a
ser dos adolescentes que sentían demasiado rápido como para darse cuenta.
Aceleramos siempre a paso lento, esperando a que la niña que no sabía dejarse
llevar aprendiera que solamente querías los mejor para ella. Lo hicimos, una y
mil veces, despacio y deprisa, con caricias lentas y con mordiscos
desesperados, suspirando y jadeando, rozando y arañando, mirando e imaginando.
Me hiciste tuya y firmamos un contrato a largo plazo con un 'para siempre' como
fecha de caducidad. Discutimos, nos gritamos, nos hicimos daño y nos
reconciliamos, esa siempre era la mejor parte de todo. Me abrazaste, me
quisiste, me tuviste, me sentiste, me derretiste... Me marcaste. Te grabe a
fuego lento en el fondo de mi corazón y cada amargo latido que éste conseguía
dar no era más que un último intento de renovar mis ganas de seguir a tu lado.
Saliste por esa puerta, grité tu nombre y te giraste para lanzarme un último
beso que construiría de las cenizas de este relato valentía para ser capaz un
día de estos de contarte algo de la dulce introducción al caos que hace que escriba
estas palabras sin sentido alguno.
Absolutamente genial, te superas con cada texto que escribes. Enhorabuena
ResponderEliminarQue bien que escribes! Muy bueno. Tienes alguna novela o algo ?
ResponderEliminarUn beso ye espero podamos seguirnos n.n
¡Hola! ya te visité en Globedia. Escribe muy bien, además rezuma este blog y tus escritos mucho alborozo y optimismo diáfano. Un saludo
ResponderEliminarSiento la tardanza pero no me he metido antes por aquí y no pude contestar antes. Gracias por tus palabras.
ResponderEliminar:)